La línea entre dolor y gozo suele ser delgada. Ojo, hablamos de dolor dosificado, pensado para no lastimar si no para encontrar el punto exacto donde esa caricia se vuelve desesperadamente necesitada y se recibe con mucho más ansiedad. De hecho, entre menos fácil de identificar sea, es más disfrutable. El mismo efecto que tiene una mordida ligerita en un beso apasionado, lo tendrá una nalgada. Muchas veces, son un pequeño aviso de que tienes ganas y que más vale cortar ese café con los amigos e ir pronto a casa.
Suena bien, ¿no? Pero ¿por qué nos resultan tan incitantes? El 'Journal of Neuroscience' dice que las disfrutamos porque el mismo químico que nos hace sentir felices (la dopamina) se libera cuando sentirnos dolor físico, por eso, las nalgadas eróticas tienen la combinación perfecta y se convierten en una fórmula irresistible para el previo, durante y después.
Otra de las razones por las que las nalgadas son ideales es por la cercanía con el área genital, durante el sexo, una nalgada llevará toda la sangre a esa zona, haciendo que la sensibilidad aumente y por lo tanto la excitación.
Es muy importante que antes de incorporar cualquier clase de dolor físico en tus juegos sexuales establezcas las reglas. Establécelas probando qué clase de nalgadas, si con la mano completamente abierta y cubriendo todo el trasero o un toque muy rápido y sutil. No tengas miedo en aclarar qué es lo que te gusta o en preguntar qué es lo que le gusta a él.
ESCENAS DE SADO ¡QUE DEBES REALIZAR!
Compartir esta clase de experiencias donde los roles de dominante y pasivo se intercambian son otra forma de crear lazos de confianza en la relación, además de pasarlo muy bien en el ejercicio. Las nalgadas pueden llegar a ser una muestra de cariño afectuoso que, dependiendo de la fuerza o el momento, se conviertan en una probada a lo que después sucederá en la cama.