viernes, 25 de octubre de 2013

Una oda a la naturaleza: “Mononoke Hime”



Introducción
Podría decir con facilidad que esta es una de mis películas de animación predilectas, aun cuando tengo muchos reparos frente a la animación desfasada (es decir: anterior al siglo XXI). No, no soy un amante de los animes de los años sesenta, setenta, ochenta y noventa, quitando escasas excepciones. “La princesa Mononoke” o “Mononoke Hime” es una de esas excepciones, junto a muchas de las películas de su director.

Es una película bastante afamada, especialmente entre aquellos que gustan de los films o las series animadas, pero también incluso en aquellos que no sienten especial predilección por éstas pero que, aun así, han podido disfrutar con alguna que otra animación de este estilo en su infancia. “La princesa Mononoke” es una de esas películas de la infancia, sin lugar a dudas; no en mi caso, pues yo la vi por primera vez hace menos de un año (y ya la he repetido un par de veces), pero sí en muchos otros de los que tengo conocimiento. Sin embargo, desde mi punto de vista, esta no es una película al alcance de la compresión de un niño.

El prejuicio con el que solemos vincular la animación a algo más “infantil” e “inmaduro” nos hace pensar que este tipo de películas están hechas para niños, mas este argumento carece de fundamentación lógica más allá de la costumbre o la reticencia del ser humano para aceptar lo “novedoso”. En definitiva, voy a dejarlo claro de nuevo: esta no es una película al alcance de la comprensión de un niño. Cuando quedamos inmersos en los mares de una obra de ficción, ya sea un libro, una serie, o una película, siempre podemos hacer diversas interpretaciones de aquello que se nos presenta: algunas más superficiales y otras más profundas. Los niños, con el intelecto aun poco desarrollado, carecen de los conocimientos, la sabiduría y la analítica para desmenuzar cualquier tipo de obra que contenga un mínimo de significado “subliminal” o, por lo menos, que no sea expuesto de manera directa, clara y concisa. Claro, hay series hechas especialmente para el público infantil, con temáticas simples, un fin educativo que haga llegar mensajes y valores sin demasiados problemas y que despierten en la criatura un interés que les permita sumergirse en la temática y aprender de ella. Mas es menester del adulto o del adolescente, en definitiva de alguien con una capacidad de análisis considerable, el enfrentarse a una obra como la presente o como la de muchas que nos pueda entregar este director y el estudio que tan diestramente le representa.


Anexos
A grandes rasgos, he dicho todo lo que considero relevante sobre el film. He tratado de centrarme en algo diferente a lo habitual. También podría mencionar que la banda sonora, compuesta por Joe Hisaishi, se adapta a la perfección a la película y a cada segundo de esta, transmitiendo tensión o sensibilidad en cada momento designado para ello. La animación fue espectacular dada la época en la que se hizo el film. Si comparamos las escenas de la película con la de otras series o filmes del momento, queda bastante clara la superioridad tanto a nivel de animación como de diseño. No me gusta profundizar mucho en estos temas porque no los controlo demasiado, siendo sincero, y es ese apartado que me suele aburrir y desinteresar de las reseñas. Una lectura personal, temática y sobre los personajes es siempre un trabajo mucho mejor, más prolífico y útil, a mi parece, además de entretenido.

Imagen: © Studio Ghibli.